Virulenta configuración de placeres.-
Soltar la carne, amanecer de nuevo, comprar piedras para el desayuno.
Imaginar tiernas lozas silenciando hormigas.
Entrar a un lenguaje nuevo, como pequeño puente de imperfecciones comunes.
Tejer el lazo que todo lo entrega, más allá del hilo sanguíneo que une a tantos.
Sangre permutada en gesto sagrado
almacenada libre como volantin en una nube.
Te suelto un escrito, como breves frases al viento que compartimos en esta pequeña taza de tormentas.
Simulando que vamos, pero en realidad no,
simulando una figuración abstracta del dedo al dedo, como si el amor que siente un pez tuviese menos valor que al amor posible que podría sentir yo.
Por que el decálogo de las conciencias no se tallado con miembros humanos, por que nada sabe la piel de la piel, por que nada sabe la sal de la sal, solo quedan tristes encomiendas de minerales en casilleros compartidos.
Vieja esperanza de morir de paz.-