Nos dejamos.
Nos abanderamos.
Colores múltiples al atardecer de jadeantes pretextos y
litigios en el sabio crepitar de tus pestañas.
Yo reconstruyo itinerantes semáforos en barcos y veleros a destiempo.
Mi anacrónica musa, mi gélida amante ausente.
Me abandonas y yo te abandono, de tanto congeniar en la
soledad de apestosos vasos sobre la mesa que nunca compartimos. Observando la pálida semilla que recorre tus muslos vacíos, deshabitados en esa nostalgia poderosa, indómita, fosforescente de paisajes citadinos recorridos sonoramente, desde los residentes, hasta la cabeza de radio.-
Porque de despedidas no se vive, solo se enmarca, para recordar que lo único que se tiene es el pasado...
Pero, cuando a veces y muy raras veces en que se recuerda en base a lo no vivido, en la hipoteca de lo no tocado. Engañamos nuestros sentidos con otros habitantes, con otros corrompibles retratos de personajes, uñas, papeles, historiales incógnitos y equilibrados monólogos tratando de hablar bien. Y si me voy y me dejas... Porque es lo justo, aunque jamas te he tenido y nunca te tendré. Solo eres de nadie y de ti misma. cercana a una forma en un innominado ese lenguaje muerto, desgastado, desahuciado que tirita canceroso, en algún rincón tapado entre cartones. En ese París imaginario donde te quedaste congelada, paseando aun en otra presencia paralela.
Me quedo y me dejas,
No soy suficiente al latir, al sangrado constante de las semillas de tu ombligo, ese quedarse solo en una patraña de imágenes, una hojarasca de letras recocidas en vino con naranjas y letras, servido a 15 minutos tarde de la perfecta mujer que eres al escrito. Completando frases y pariendo poemas en mis camisas, en tus faldas, en tu ropa interior, en las ollas de tu greda infinita. Siendo mujer, pero a media hora del barbón que siembra girasoles para tu campo. Entre cerros en una pampa infinita, que es solo tuya, invisibles a tu vista.
Y si llegas y solo encuentras una ciudad como alfombra sobre ese campo que es solo tuyo. Pisaras sobre el, bailaras sobre el, pero no podrás verlo, estarás-remos siempre a horarios cruzados en módulos diferentes. Siempre de espaldas.
Te quedas y me voy.
centenares de hijos al hombro y tres desiertos en cada brazo.
Tratando de ser cordero manso en tu pecho, imposibilitado de la sangre, latiendo fuera del vientre, fumando tormentas subterráneas, alzando raíces bajo tus piernas, en una penetración imaginaria, celeste, llena de lunares de sangre, pero a kilómetros de ti. Teniendo la triste convicción de necesitarte cuando no eres, Teniendo la cosecha en los cabellos, cuando eres solo otoño en una localidad apartada frente al mar. Ritualizando un renacer. Cobijando gatos, llamándolos tiernamente por tu nombre.-
http://youtu.be/CsHiG-43Fzg
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