Tengo una pileta blanca en donde germinan
mariposas. Frágiles y resueltas crean tormentas en el interior de mi casa. Alegan silentes, el encuentro peregrino con sus
hermanas, que nacen crecen en otras piletas. Tal vez en otras casas. También frágiles
y resueltas, a permutar la invisible carga, que alguna vagabunda madre pierde, en el breve reflejo húmedo de la vereda.
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