¿Se lastima una fruta y se violenta el margen que divide lo abstracto y disoluto que significa ser fruto y flor frente al mundo?
Si la respuesta tiende a un resonar cubico, marchito de quejas, polvo sobre la balanza. Y mi aferrada esperanza se pierde en este dolor en retraso. A medias de escalera, de nombres y sugerencias. la merienda inoperante de muros intransitables y este invisible diccionario que no me da la semántica para esta agua tan profunda.
Me abruma pensar en que el barro que parte después del aguacero y transita entre amarillas hojas y plazas posibles, no recordara el paseo vago, triste y en un subarriendo al aleteo húmedo de este jarrón de avispas.
¿Fuimos solo un aliento de seguir el difícil y estrecho caminarse sin el espejo en la uña derecha? ¿Sirve aun, buscar el rito que haga la cuadratura de todas las esquinas como se busca un imprevisto ciego o tratar de escarbar en la piedra angular de este insensato pecho viejo y crujiente de recuerdos?
Solo a lo lejos y haciendo un maldito esfuerzo, logro divisar al pájaro dormido que se imagino siendo pájaro en otro árbol, en otro verbo.
Y en esto fluye el ahora. En un tonto miedo de advertencias y deudas y desdichas y pocos talentos y por fa, trae la boleta con todas las garantías y el mapa que se completa en la lectura de estos blancos pasos con sus frustraciones al azar.
Ya no llega a mi el eco lejano de los que algunos hablan. Tan lejos me siento que ni con tu salto imaginario logro el puente a los recuerdo de mejores tiempos y campos de pasto.
No, para cuando te acuerdes. Ya no quedara leña para este ultimo mate y guaridas de piedra para este sol de carreteras.
Guárdame la vida en una bolsa y recuerda conmigo ese Binomio no resuelto. Trae hasta mi el anillo que vendiste en un remate, atorada en pasillo de oro barato, donde la música se graba y exhala a borde lanas, fierros y amigos de otros tiempos en esta ciudad de cientos de gaviotas, cuerpos y dolores.
Ya no hay fuerzas, soy la presa extenuada del miedo y el máximo demonio de la infancia se hace presente.
Me dicen con banderas de animo que me deje llevar por la marea. Pero yo no se flotar.
Y me autoconvenzo que mi voz no te alcanza.
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