La mujer perdió su voz entre las piedras. Ahora solo el oleaje del aire que golpea la puerta de una vecina es su idioma. Su corazón es Cactus y canaletas llenas de arena que emergen del transito poco coherente de un niño con el pelo verde. Gritos y llantos. Mientras el algoritmo que me acerca a ti brilla por su ausencia. Matemática poética, como un poema prostibulario sobre las abstracciones de la realidad. Todas sujetas a la subjetividad del que cree que opera sobre la abstracción representativa de un objeto por medio de un numeral. Que en lo concreto no existe. Y nos lleva a direcciones inexistentes, guiadas por un mapa de redes articuladas que desembocan en el metro. En ese metro. El de la línea amarilla. Que haciendo combinación en la línea verde, es decir donde esta estación Santa Ana. Te vas a Baquedano. Te bajas y ahí estará la mujer que perdió su voz entre las piedras. al lado del cuadro donde sale un viejo con un diario sin títulos. No es histeria, solo son nervios. No son símbolos es lenguaje. Lenguaje que en la definición de ella, podrás desarrollar tu pensamiento. Es decir, entre más domines diferentes contextualizaciones lingüísticas, que irán en proporción directa con tus interacciones sociales, más engrosaras, de forma cualitativa y cuantitativa, tú pensamiento. Pensamiento - recuerdo de su cara y mi cara y el vuelo que se prolonga en nube y se vuelve cielo. Y una vez allí los pájaros ya no son pájaros, si no cuerpos que se deslizan sobre la luz materializada. Ya no tengo cuerpo, solo frazadas y el desierto es como Dios que no oculta nada. Mientras las colillas de los cigarros que fumaste en ese balcón mirando algún supermercado de una transnacional se reúnen con esas otras colillas que fumaste y además, a eso se le sumaron un poco de semillas de linaza y estas ramitas de olivo que encontré, estamos con la nada y más nada. ¿Cómo mas nada? - Más nada - ¿Más que nada? El aire que golpea su puerta es su idioma.
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