jueves, 8 de septiembre de 2022

Bucle

 

Siempre tuvo la pequeña conciencia de que, si su mano se volvía al volantín de los peces, estos devolverían el gesto en danza desparramada, como un multiplicarse en otros. A veces creía que podría existir en algún lugar físico la instancia poco especial, que no se cumplan las reglas, otras veces se planeaba y se dejaba hundir por hermosos cantos, instancias o dolores de manos, que mutaban en diminutos pájaros para adornar la corona fúnebre de la musa de temporada. Poco sabia y no se había dado pocas vueltas. Podría desechar tantas luces consumidas, desechar tanta meditación mirando una planta o viajando sobre algún liquido viscoso extraído de místicos cactus, arboles o flores para adornar veredas. Porque de caballos verdes sabía mucho, demasiado tal vez, que no se encontraba o se acobardaba cuando pensaba en montar tales menesteres y subarrendarse un rato entre codos, bocas y uno que otro beso. Porque en alguna instancia las cosas volvían a parecerse y podría ver a algún repugnante ser regocijándose en la mierda que, pensándose a solas, evaporaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario