Busco subarrendar al tiempo tus múltiples caras de mujer niña y las alegóricas tonalidades que se nutren de los múltiples colores en la faz de tus pasos. No conozco el timbre de tu silencio, pero puedo torpemente emigrar a los sonetos que dibujas en tu mente, donde con habilidad de hormiga ultrasensible cantas a los arboles solitarios del patio de algún lugar de esta ciudad.
Me estremecen tus ojos de abismo. Que me recuerden a alguna acuarela vieja, perdida en el curioso palpitar indefinible del voyerista placer de mirar tus corneas en forma de trébol y pecho al toque del FLASH.
No conozco el sentir de tus manos. Imagino que transmiten con talento la calcomanía vintage que pintas en tu cara, cuando en momentos de ocio pre-concebido manipulas a destiempo las cuatros ruedas del viento y el oleaje de nubes que veras cuando te acerques a los hielos del autobús mágico. Inerte calculare los trazos de ese recorrido entre las hojas de algún cuaderno de matemáticas.
Solo conozco párrafos, cálculos al aire y uno que otro holograma que en hurtadillas mágicas revelan tu habilidad para desaparecer comiéndote un helado o dejando presos a tréboles y ortigas en el cristal ahumado de tu fotograma, que a inercia o muerte, será exiliado.
yo solo te robo sucesos disfrazándolos de poema.
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