Mi viento no chocara con tu viento. Violento testimonio de tormentas que no ocurrirán pero que se buscan. Besos de acuarelas que borrara esta lluvia que aun no ocurre.
Me quedare con la boleta de garantías a la mordedura de tus frutos de plata, tu dulce cintura de páramo y la fallida excursión al asterisco que todo lo desea y contiene.
Y aunque tal vez en esta noche nublada te pierda de vista en estas espesas arenas. No puedo dejar de dibujarte estelas con mi farol de libélulas, tratando de encontrar y desdoblar este destiempo. Buscando el momento antes que todo te ocurra, antes que todo nos llegue. Y finalmente me deberé entregar a la condena que silencia nuestros diálogos. La condena que me exilia de tus valles y el habitar que tanto deseo en ti.
Nunca podre aprender ha amortiguar frases, ni hacer fintas a las abejas del jardín que con esmero cuidas. Tampoco me enseñaras ha relacionarme en planos silenciosos o escenas posibles tomando el ardiente té de tu vientre.
No conoceré nunca la peligrosa forma de corromperse y que solo se escribe en esta lectura caliente e imaginativa. Premisa del agónico y largo suspiro que precede a esta muerte.
Solo me queda la residencia en la geometría de lo inelegible.
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