Juntando de a poco las gotitas que caían nerviosas de sus manos, reunió plegarias añejas. Bebió al de aire y se volcó hacia su conocida apnea de memorias. Se vio pequeño en la fila de escuela, moviendo sus labios al son de algo que llamaban "Himno de la Nación". Se vio arremangándose las piernas aturdido de olores y vacíos. Se miro la víscera recordatoria que los giros abundan y abundan y las malas reseñas también. Estúpida paranoia de morir despedazado.
Nocturno paso boreal montado en su verde flor de patios. Nocturno deambular en el ángulo preciso con el cual los colores se vierten y bailan ante los ojos. Nocturno deambular empezando de cero, por que todo lo terminado no es mas que comienzo y cuchara de palo.
Viaje al antiguo cerro donde las gaviotas no nacen, ni se siembran, ni se encuentran, se pierden. Por que falsas y habladoras como ellas se escapan de los bolsillos de gigantes desmemoriados, recios en la caminata de madrugada. Militante deambular, sin partidos ni canciones ni situaciones que recuerdan el "uso legitimo de la coma". Nocturno deambular, donde la nocturna no envuelve en látex el helado que se bebe. Nocturno deambular, donde el más malo de la calle tiene el mismo miedo, que el que de malo no tiene nada.
Agua clara de mechones al viento y empanadas a medio vestir. Viaje de letras y alegatos que no se vieron y que se miran tarde, porque lo que nos dicen, son razonamientos tardíos, de labios tardíos, de gemidos tardíos, de conexiones tardías. Porque para hablar del dolor del otro, hay que sentirlo, vivenciarlo, empatizarlo. Hasta que los adjetivos no sean los que falten, si no el abrazo sangrado sin vale vista.
Perdón por botar las cruces, pero cuando no se puede hacer nada, mejor no hacer nada. Perdón por botar las cruces, se me olvidaron las causas y mucho más las consecuencias Perdón por botar las cruces, me tejí de nuevo, solo le rindo cuentas, al que ya sabe. Perdón por botar las cruces, me lo viví tanto que no me acuerdo de nada.
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